En la tradició espiritual de la qual en som hereus, hi ha una separació entre el que és sagrat, religiós, espiritual i el que és profà. La consigna de base per al camí espiritual: la rivalitat entre l’atenció vers Déu i l’atenció vers el “món”. Cal pensar Déu el més explícitament possible. El claustre constitueix l’ideal de la vida cristiana; només els monjos i les monges viuen vertaderament la radicalitat de l’evangeli. La vida laica està feta de conflictes perpetus. Hom es malfia dels desigs humans de plenitud, d’obertura. Les conseqüències d’aquest model exclusiu han estat ben formulades per Pierre Teilhard de Chardin en el seu llibre El medio divino:
“Hay una categoría de mentalidades (todo director espiritual ha tropezado con ellas) para las que la dificultad toma la forma y adquiere el valor de una perplejidad continua y paralizante. Estas mentalidades, enamoradas de la unidad interior, se hallan presas de un auténtico dualismo espiritual. Por una parte, un seguro instinto, confundido con su amor del ser y su gusto de vivir, les atrae hacia la alegría de crear y de aprender. Por otra, una voluntad superior de amar a Dios por encima de todo les hace temer el menor resquebrajamiento, el menor desliz en sus afectos. En las capas más espirituales de su ser se engendra en verdad un flujo y reflujo contrario, debido a la atracción de los astros rivales (…): Dios y el Mundo. ¿Cuál de los dos se hará adorar más noblemente?
Con arreglo a la naturaleza más o menos vigorosa del sujeto, el conflicto puede terminar de una de las tres maneras siguientes: o bien el cristiano, rechazando su gusto por lo tangible, se esforzará por no hallar interés más que en los objetos puramente religiosos e intentará vivir en un Mundo divinizado mediante la exclusión del mayor número posible de objetos terrestres; o bien, molesto por la oposición interior que le frena, echará a un lado los consejos evangélicos y se decidirá a llevar una vida que él considera humana y verdadera; o bien –y éste es el caso más frecuente– renunciará a comprender nunca totalmente a Dios, nunca enteramente a las cosas; imperfecto a sus propios ojos, insincero ante el juicio de los hombres, se resignará a llevar una doble vida”.
Fins i tot avui dia, aquesta divisió forma part de la vida de nombrosos creients. Una vida espiritual laica podria superar aquesta funesta i estèril divisió:
- Atrevir-se a creure possible la reconciliació entre el que ha estat desunit (sota la influència del pensament grec que dividia el món de les idees, plenament vertader i espiritual, i el món material, baix i inferior).
- Superar les divisions i les jerarquies tan estimades pels cristians dels primers segles, però que causen patiment i perplexitat en la cultura present.
Es tractaria d’una espiritualitat de la vida quotidiana per a tots els batejats.
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